29



Llegar a los 29 es despertarte un día y descubrir 2 canas en tu barba y 3 en tu pelo, comprender que trabajas y tienes hijos y esposa, reconocer los kilos que te sobran y entender que ya llegó el tiempo que veías lejano cuando estudiabas en la universidad y que pensabas que tardaría mucho. Pero no. Voilá. Ya está acá. Un año más y serás un miembro del club de los 30's. Ahora empiezan los complejos con la edad. Pasan los más jóvenes por tu lado y ya empiezas a notar cierta distancia generacional. Ya no escuchan tu música y hablan de temas distintos a los de tu generación. Recuerdas el siglo pasado, todo lo que has vivido, e inevitablemente te invade una triste melancolía. ¿Eso es todo? ¿La vida es eso? ¿Ya empiezo a ser obsoleto?

Mierda. El tiempo empieza a jugar en tu contra y ya tienes crisis existenciales. Disfrutas los momentos en soledad y no te molesta, al contrario, deseas más pasar largos períodos así. Tienes la libertad de mantenerte y la independencia total que siempre preferiste. Sin embargo el peso de los años ya empieza a picar en los hombros y te sientes ansioso por los años que vienen, uno a uno, indetenibles, devastadores.

Sólo hay algo que puedes hacer: seguir viviendo, resignarte. Seguir andando sin bajar la cabeza y pelear como el gladiador que siempre has sido contra el mundo. No te queda otra opción. O vives a plenitud hasta la muerte, o eres un cadáver en vida.

Carpe diem.


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